Mi idea surge de la admiración por la diversidad arquitectónica de Barcelona. Los seis museos de Articket son edificios maravillosos que acaban siendo un referente en nuestro desplazamiento cotidiano. Además de ser lugares culturales, son puntos de encuentro apreciados por los ciudadanos y he querido rendirles un homenaje. El pasaporte se transforma en su emblema.
Escogí el color rojo por el color del pasaporte y utilizando papel carbón rojo los he reinterpretado. Buscaba una imagen elegante en la que se pueda apreciar el oficio de dibujar a mano.
Ir a los museos es una experiencia para compartir, una complicidad, una mirada. Una mirada que transforma la ciudad de Barcelona y sus momentos cotidianos como pasear al perro, tomar el fresco, ir al bar con los amigos o ver una paloma “decorando” una estatua.
He utilizado referencias de escultura clásica y pinturas medievales del Museu Nacional y artistas icónicos como Picasso o Miró.
Quizás fuera porque todavía no había comido o porque iba con prisa para volver a la oficina, pero cuando tuve el pasaporte en mis manos sentí que me invitaban a un juego. Se levantaban nieblas de historias de espías, de países inventados y de mundos utópicos donde el arte era central en la vida de las ciudades.
Unos días después, estas olas seguían dentro, y como se acercaba la entrega empecé a dibujar, ya tenía el pasaporte y ahora sólo era necesario llegar a la estación, entretenerme observando a la gente del andén y esperar el tren.
Me gusta la idea de un pasaporte del arte. Creo que se puede viajar literal y metafóricamente a través de la pintura, escultura, fotografía… a través de artistas, pinceladas, colores.
Al enfrentarme a esta ilustración el pasaporte se transformó en un ave que se mueve en el espacio y tiempo. Un ave que nos devuelve a los museos, a contemplar y aprender tanto por nuestra mirada como por la forma de mirar de muchos artistas.
Para plantear la ilustración me he permitido el gusto de pasearme por los seis museos de Articket. Haciendo uso del pasaporte, visité las salas de los museos con el objetivo de encontrar piezas que me llamaran la atención y que me estimularan. Y con esa experiencia, empezar a dibujar.
El pasaporte lo he convertido en una puerta, que una vez atravesada, te permite ver y fijarte en las obras de arte y configurar tu propio mundo. Lo que me gusta cuando voy a un museo es poder seleccionar con la mirada lo que quiero ver; elegir, mimetizarme con las piezas, fijarme en los detalles, inventar un diálogo.
Cuando conocí la existencia de Articket y lo que se podía hacer con el pasaporte enseguida pensé en una puerta que se abría para acogerte y llevarte a nuevos mundos con cada una de las obras de arte que se pueden ver en los seis museos que propone el pasaporte.
Articket te atrae hacia los museos, te llama a que vayas, sola, acompañada, compartiendo momentos contigo o con quien quieras.